20.09.2022

CINE_Pacifiction De Albert Serra

Albert Serra lo ha vuelto a hacer: Pacifiction, su última película, es de nuevo sorprendente y magistral.

Cuando una pensaba que sólo del silencio, el enigma o la oscuridad del goce surgían las formas poéticas, él nos presenta un colorido paraíso perdido, donde todo está a la vista: cocoteros, marines, almirantes y funcionarios del gobierno conviven con aborígenes abocados a cualquier cosa que se asemeje al turismo. Y de nuevo, surge el poema. 



Una absurda trama en forma de thriller, nos lleva hasta la Polinesia, donde un alto funcionario del gobierno francés, personaje cuyo trabajo consiste en no hacer absolutamente nada –parece fácil, pero habría que estar en su lugar–, es sacudido de su somnolienta rutina por un rumor… Como De Roller es un tipo apocado pero campechano que quiere ser amado por sus isleños, y como además tiene mucho tiempo libre, decide indagar. El rumor consiste en unas pruebas nucleares que el gobierno francés quiere hacer en las aguas turquesas de los mares del sur. 



Operación secreta, por cierto, nada discreta: la isla de golpe se llena de marines que, haciendo honor a su condición, pasan las noches en el club de moda. Así el Paradise Night, un local entrañablemente decadente, con ese aroma de club exclusivo para turistas que buscan experiencias fuertes –para eso sus camareros van en gayumbos–, se convierte en el oscuro escenario donde transcurren los encuentros de estos personajes encargados de llevar a cabo la macabra operación. El contraste entre las armas de la guerra y la pacifiction –ficción en el Pacífico que resuena con pacificación– introduce una de las abundantes paradojas que muestra la película. Hoy la guerra ya se puede hacer en paz.

De Roller es el protagonista cuyo punto de vista comanda la narración, personaje que, como todos los otros, es un genuino exponente del sujeto contemporáneo. O quizás sería más preciso decir que lo que muestra la película es la desaparición del sujeto. Ninguno de ellos pareciera tener inconsciente: seres sin pasado, sin historia, con apenas discurso. Todos están, en ese paraíso, ganando dinero. Que uno sea almirante, otro cabo, marine, diplomático, transexual, aborigen, revolucionario o prostituta, no tiene demasiada relevancia. Las diferencias se diluyen. El capitalismo –maquinaria infernal de producción de desigualdades a velocidades vertiginosas– finalmente ha logrado realizar la igualdad absoluta de la subjetividad, incluida la de género. Otra exquisita paradoja.

Por eso, lo que aparece como el colmo de la profundidad subjetiva de De Roller es un monólogo que despliega frente a su acompañante Shanna sobre los porcentajes de racionalidad, emotividad y sensibilidad que se deben combinar en las decisiones que se supone debe tomar como el importante hombre de estado que cree ser. Una retahíla de sentido común al genuino estilo de la fanfarria de la autoayuda, digna de un héroe post-apocalíptico. El patetismo de su narcisismo bonachón, que quisiera hacer el bien sin sacarse la americana color crudo –impecable vestuario que no se quita ni bajo la lluvia–, da cuenta de esa ausencia de la más mínima conexión con lo real.

Irene Domínguez.

https://colochosblog.wordpress.com/2022/09/20/pacifiction-de-albert-serra/

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