11.10.2011

LIBROS_Reseña bibliográfica: "el objeto del siglo" de Gérard Wacjman Amorrortu editores

“El objeto del siglo” -obra psicoanalítica de un valor muy particular- nos brinda una aventura de lectura apasionante. Escrita en un estilo fresco, vivo, desde un deseo que se da a ver, imposible de esconder, su autor empieza proponiéndonos un concurso para pensar, no solamente el arte, sino como éste interactúa, dialoga y piensa nuestro siglo. Su trama se despliega a partir de preguntas cortas, pero nada simples, que le permiten un constante vaivén: del concepto del arte a sus rupturas, de la idea de objeto al sujeto supuesto saber, del ver al mirar, del velo a lo real, del dar a ver a una cierta verdad del mundo, etc.



El autor elige dos obras del inicio del siglo XX, Rueda de Bicicleta sobre un taburete y el Cuadrado Negro sobre fondo blanco, de Duchamp y Malevich, más que para interpretarlas, explicarlas o describirlas, para utilizarlas como palancas desde donde dar cuenta del giro que supuso la entrada en la modernidad. Un cambio sin precedentes que transformó la forma de mirar, de ver, de mostrar, de querer decir del arte y que inseparablemente han dejado sus huellas en la subjetividad del siglo. Parece difícil poder sacarles más jugo, poder añadir algo más. 



Apoyado en pequeños y casi imperceptibles puntos de partida, como el principio rector: “para pensar hace falta un objeto”, Gérard Wacjman nos acompaña en su ejercicio de pensamiento. Utiliza dos objetos del arte para pensar el objeto mismo, el objeto a. Destaca de la Rueda de Duchamp y los ready-made su proceso de creación: sacar un objeto de la cadena de producción del mercado, un objeto industrial, despojándolo de su utilidad y llevar a cabo, mediante un acto artístico, una transformación profunda del mismo. Inutilidad del objeto de mercado, que resulta muy útil para el arte.

Arte del siglo que apuntaría a lo real: insuflar vacío al objeto, vaciarlo -que no es hacer el vacío en él-, proponer nada para ver, enseñar algo de la verdad del mundo, librarse de la representación más no del objeto, tomar las obras como aventuras del pensamiento, pensar el valor de la firma como acto, proponer a la obra, al artista y al espectador como surgidos de un encuentro… son algunos de los caminos por donde nos acompaña la lectura de este libro.

El recorrido acaba donde empieza, sin que eso implique sentar cátedra de ninguna verdad. Si el objeto ganador del concurso “el objeto del siglo” es “la destrucción sin ruina” en unos tiempos que desafían a la memoria incluso a través de las políticas de su recuperación histórica; la ética de lo visible nos proporciona, al final, la posición irreductible del deseo. Porque el acto artístico, la creación, las obras-del-arte son inseparables del acto de pensar el mundo, de su dar a ver –a veces ocultando- algo de la verdad de nuestros tiempos.

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