Psiquiatría

La Psiquiatría actual sigue un modelo biologicista, lo que significa que las causas del malestar psíquico se consideran somáticas. Con el paso de los años, la ilusión de encontrar soluciones al dolor de existir en los circuitos neuronales, ha llevado a que apenas se cuestione que los estados de ánimo se curan con tratamientos psicofarmacológicos.

De esta manera, la creatividad en buscar soluciones a problemas vitales va reduciéndose porque poco puede hacer el paciente: no depende de él que se angustie, que no pueda dormir, que no pueda parar de hacer algo que no quiere en realidad hacer, que se inhiba hasta tal punto de que evite hacer cosas que en realidad quiere hacer o que se vaya aislando de los otros. Poco importa lo que siente, lo que diga o lo que no diga. Poco importa su historia o su manera de explicarse lo que le ocurre.

La creatividad en buscar soluciones a problemas vitales va reduciéndose porque poco puede hacer el paciente.

© Frank Mckenna, via Unsplash.

Orientaciones psicoanalíticas y sistémicas llevan tiempo denunciado esta tendencia que se iba apoderando de la Psiquiatría. A principios del 2000, surgen voces médicas que cuestionan el modelo biologicista. Asistimos hoy a una nueva era, aquella que se ha dado en llamar postpsiquiatría que admite muchos modelos y corrientes pero que tiene en común no creer en la Psiquiatría como control social de las conductas inadaptadas ni en la Antipsiquiatría de finales de los 70 que cuestionaba el uso de fármacos.

La Psiquiatría actual sigue un modelo biologicista, lo que significa que las causas del malestar psíquico se consideran somáticas.

Con la postpsiquiatría se trata de dar voz al paciente, de que sus derechos sean respetados y validados. Se trata también de tener en cuenta el contexto social y de ir maniobrando con todo ello sabiendo que hay maneras de abordar el sufrimiento muy distintas y que el paciente se encuentra desorientado. La postpsiquiatría busca mejorar las cosas, quiere ser más útil para las personas que atiende y para la sociedad, sin aferrarse a doctrinas o a creencias que se alejan de lo que le ocurre a una persona en un contexto determinado.