28.11.2022

LD_Adolescentes hoy: hiperindividualismo (4/5)

La era del consumo hace del sujeto un producto del mercado capitalista. Así, las empresas ya no son las únicas que exponen su oferta y convencen al Otro de su idoneidad. El individuo también se encuentra inmerso en hacer de su yo un producto listo para mostrarse y ser aprobado. De esta manera, el yo pasa a ser un producto regulado por las técnicas de Marketing siendo el branding personal la quintaesencia de esos yoes convertidos en avatares listos para ser consumidos a golpe de cliclearlos. 



Sometido a la tiranía de los semblantes, el sujeto se ve obligado a una reinvención constante sujeto al ritmo frenético de las tendencias. Un esfuerzo que abre camino a lo transhumano -la simbiosis cuerpo y máquina-, dejando al sujeto a merced de ilusiones especulares que son las que finalmente dirigen sus conductas. 



Lipovetsky llamó a este fenómeno el proceso de personalización donde la esfera privada y pública se confunden porque el sujeto trata de diferenciarse del resto poniendo en valor su intimidad. La personalización se une al  narcisismo creando un frágil binomio que, si se debilita o rompe, provoca la aparición de la angustia. Mientras ese binomio vaya funcionando la caída del sujeto, ante las incesantes miradas caleidoscópicas, pasa desapercibida. 

Y así el sujeto anestesiado en el narcisismo de las apariencias pasa de puntillas por las cosas, sin preguntarse demasiado sobre lo que hay más allá de esas imágenes. El adolescente llega a este nuevo orden simbólico buscando experiencias que le vinculen a sus iguales, poniendo a jugar su individualidad en este baile de máscaras. 

Sin embargo, el mundo hiper-conectado le inserta en un sistema hiper-individualizado donde las conexiones son efímeras. La desorientación del adolescente ante la multitud de posibilidades es evidente y la clínica así lo constata: ausencia de ideales, incertidumbre y un exceso de deseo que se resuelven en síntomas sin historia, actos violentos, consumo de substancias y afiliaciones a grupos de pertenencia al servicio de intereses que el propio adolescente desconoce. Tras la pandemia, hay una discontinuidad en este orden simbólico, una discontinuidad a la que bien se le puede llamar desamparo y que lleva a los jóvenes a encontrar un Otro que responda. ¿Qué puede hacer el psicoanálisis en esta coyuntura?. La clínica psicoanalítica del adolescente es un desafío para el psicoanalista actual. Interrogar sobre los fundamentos de su quehacer sería la dirección a seguir para poder orientarse mejor ante el reto que implica ayudar a los adolescentes de hoy.

Helena Mateo Valldeperes.



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